TU HIJO NECESITA RUTINAS
Ahora que tu hijo ya es “mayorcito” y lleva un horario algo menos caótico que cuando nació, llega el momento de introducir en su vida rutinas que le faciliten la adaptación total al mundo.Esta frase del psicólogo Rudolf Driekurs resume por qué debemos establecer rutinas en la vida de los hijos: “La rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa; les da fronteras y dimensiona su vida. Ningún niño se siente cómodo en una situación en la que no sabe qué esperar. La rutina le da sensación de seguridad”.
DESCANSO, COMIDA...
Efectivamente, las rutinas transmiten al bebé la idea de que las cosas suceden una detrás de la otra, siempre de la misma manera, lo que le ayuda a predecir los acontecimientos, a preverlos y a esperarlos. Todo ello le ayuda a organizar su mundo interior y le aporta tranquilidad y confianza, lo que a su vez le facilita la adaptación a su nuevo ambiente.
El momento ideal para implantar estas rutinas es a partir de los 4 o los 6 meses (depende de cada niño), pues el pequeño ya duerme más horas seguidas y come más, lo que le permite seguir un horario menos caótico que cuando era recién nacido. Las rutinas básicas sobre las que gira la vida de un niño tan pequeño son:
El sueño. Para que tu hijo duerma “cuando tiene que hacerlo” debe aprender a distinguir el día y la noche. Le ayudarás a conseguirlo si le echas a dormir la siesta en su cochecito y dejas algo de claridad en la habitación, y por la noche le acuestas en su cuna a oscuras. Otra buena medida es ponerle una melodía tranquila, siempre la misma, para que la relacione con el acto de dormir.
La comida. Debes darle de comer siempre a las mismas horas. Así su estómago se habituará a trabajar en unos momentos concretos del día y sentirá hambre cuando llegue la hora. También conviene que le alimentes siempre en la misma habitación.
El baño. Puedes bañarle por la mañana, si el contacto con el agua le ayuda a despejarse, o por la noche, si al sentir el agua calentita sobre su cuerpo se relaja y le entra sueño. Lo importante es que lo hagas siempre en el mismo momento del día.
El paseo. Sacarle en las horas más templadas del día, un rato por la mañana y otro por la tarde, es lo ideal.
TODO SON BENEFICIOS
A las ventajas anteriores hay que añadir que las rutinas te permitirán organizarte mejor con los cuidados de tu hijo y disponer de tiempo para ti, lo que te ayudará a estar más relajada y a disfrutar más de tu pequeño.
CÓMO DEBEN SER LOS RITUALES
No existen unas rutinas “modelo” (dependen del carácter de cada niño y de cada familia). Sin embargo, sí conviene que estos rituales diarios sean:
Breves. Porque si se convierten en cadenas de actividades interminables llegan a perder su verdadero sentido.
Constantes. Porque a mayor constancia, mayor automatismo y mejor capacidad para aprenderlos y asimilarlos.
Compartidos. Para que los rituales sean efectivos, todas las personas implicadas en la educación del niño deben practicarlos de la misma manera.
BUENAS PARA LA ARMONIA FAMILIAR
Diferentes estudios sociológicos confirman que las familias que llevan una vida organizada y siguen unos horarios regulares en las actividades diarias de sus hijos discuten menos y se llevan mejor. Esto se debe a que las rutinas convierten en automáticos los momentos más difíciles (dejar de jugar para acostarse, salir del baño para cenar...), lo que contribuye a evitar discusiones y el acúmulo de tensión a lo largo del día.
Miguel Ángel Conesa. Psicólogo
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