domingo, 29 de enero de 2012

Un hijo a sus padres:

  1. No me gusta que me compares con nadie, y menos con mis herman@s. Si me pones de ejemplo, alguien sufrirá, y si me pones mal a mi, seré yo quien sufra.
  2. A veces te pido y te pido para saber hasta dónde puedes llegar, no me des sin medida todo lo que te pida, y enséñame a valorar lo que me das.
  3. Cuando me gritas te respeto menos, y me enseñas a gritar a mí también. Ten paciencia conmigo, y ayúdame a comprender las cosas.
  4. Si me prometes algo, sea bueno o malo, cúmplelo. Si me prometes un premio, dámelo; y si es un castigo, sostenlo.
  5. No estés siempre dando órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
  6. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que yo las diga por ti. Esto me hace sentir mal y pierdo la fe en lo que dices.
  7. Procura no cambiar tanto de opinión sobre lo que debo hacer; y si decides algo, mantén tu decisión, porque si no viviré siempre pendiente del próximo cambio de idea.
  8. Si lo haces todo por mí, nunca podré aprender. Confía en mi, y deja que me valga por mi mism@. Tu sabes mejor que yo que se aprende de los errores.
  9. Cuando te equivoques ten el valor de admitirlo, así crecerá la opinión que yo tengo de ti, y me enseñarás, además, a que yo también admita mis equivocaciones.
  10. No me exijas que te diga siempre "porqué lo hice" cuando haga algo que no está bien, a veces ni yo mismo lo sé.
  11. Me gustaría aprender de ti el Amor, así que muéstrame cuánto te amas a ti mismo y a los demás, y enséñame esto mismo a mi.   Enséñame a amar y a darme la oportunidad de conocer a los otros. No importa si la vida me lo va a enseñar de todos modos.
  12. Cuando te cuente un problema no me digas "No tengo tiempo para tonterías" o "Eso no tiene importancia". Para mí sí la tiene, y por eso te lo confío a ti.
  13. Siempre seré más pequeñ@ que tu, por eso te pido que intentes comprenderme y ayudarme.
  14. Y sobre todo, si es cierto que me quieres, dímelo de vez en cuando. Aunque tu creas que no es necesario, a mí me gusta escucharte cuando me lo dices.




 Basado en un escrito original de Jorge Bucay


sábado, 21 de enero de 2012

La relación entre el vínculo madre-hijo y el estrés

Según el profesor de psicología Leslie Atkinson: "El apego es la primera estrategia de los niños para manejar el estrés como tal, y desempeña un papel importante en nuestra salud mental en la edad adulta.."
Es el enigma psicológico de siempre: la naturaleza frente a educación. ¿Son los niños más, menos o igualmente afectados por su genética y el medio ambiente en el que crecen? El psicólogo Leslie Atkinson está trabajando para avanzar en un aspecto de esta cuestión a menudo desconcertante.
Como supervisor de la facultad en el laboratorio de desarrollo biopsicosocial, Atkinson estudia  las influencias biológicas, psicológicas y sociales en el desarrollo humano. Su investigación actual examina el concepto de apego - la intensa relación entre un niño y su cuidador principal, generalmente la madre.
Ayudan a los bebés fomentar la confianza, animándoles a explorar su entorno. "El apego es en realidad la primera estrategia de los niños a manejar el estrés", dice Atkinson. "Como tal, desempeña un papel importante en nuestra salud mental en la edad adulta."
La investigación muestra que un mal apego puede estar relacionado con, la ansiedad y la depresión y la agresión y la hostilidad. También afecta al eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) - un mecanismo que controla las reacciones al estrés, incluyendo la secreción de cortisol (también conocido como la hormona del estrés).
El cortisol, en la cantidad correcta, es esencial para el cuerpo. Está implicado en la presión arterial y la función cardiovascular, disminuye la respuesta inflamatoria del sistema inmunológico, mantiene los niveles de glucosa y ayuda a regular el metabolismo de proteínas, carbohidratos y grasas.
Atkinson, con su investigación ha demostrado que el manejo del estrés en los niños va más allá de su nivel de madurez, el eje HPA segrega niveles atípicos de cortisol.Secreción prolongada, cortisol atípicos se ha relacionado con muchas enfermedades y dolencias físicas, como la diabetes, cáncer e incluso el resfriado común.
"El cortisol también puede afectar a ejecutivos o de orden superior las funciones cognitivas - habilidades de planificación, regulación emocional y la memoria", explica Atkinson. "Y puede tener un efecto en la capacidad de atención" - lo bien que usted pueda centrarse en las diferentes actividades".
En su estudio, financiado por los Institutos Canadienses de Investigación en Salud, Atkinson ha reclutado voluntarios y  madres de bebés. En cada experimento, los investigadores recolectaron la saliva para medir los niveles de cortisol de las madres y sus hijos. Cuando el bebé tenga seis meses, los investigadores observan las interacciones entre la mamá y el bebé, y luego desafían al bebé de alguna manera (por ejemplo, que la madre  no reaccione a las emociones del niño). A los 15 meses de edad, el reto consiste en quitarle un juguete atractivo durante una visita a la casa. A la edad de 16 meses, en el laboratorio, la mamá deja al bebé solo en una habitación durante un corto período.
"Durante estos experimentos, hemos encontrado que los bebés con menor estrés, presentan una respuesta del cortisol al estrés igual que sus madres, y que la experiencia de su madre  puede contribuir a esta respuesta," dice Atkinson. "Es una respuesta trans-generacional." Pero, señala, que el entorno actual también juega un papel. "La respuesta actual depende de los factores de estrés contemporáneo, así como los pasados."
Atkinson espera que la respuesta trans-generacional puede verse afectada por la intervención o interacción con los padres, por ejemplo, proporcionando ayuda con su  estilo de crianza y manejo de los problemas. "Al aumentar la conciencia de que las experiencias tempranas afectan el desarrollo del cerebro, se pueden proporcionar recursos a través de programas dirigidos a la prevención e intervención temprana con los futuros padres".


Leer más noticias sobre la investigación en: www.ryerson.ca / investigación

domingo, 8 de enero de 2012

LA IMPORTANCIA DE LOS MASAJES A BEBES

Todos los bebés, sin excepciones, pueden ser masajeados. Estaactividad puede desarrollar más rápidamente la coordinación motora y aumentar sus reacciones musculares, además de favorecer que el bebé sea másreceptivo y reaccione mejor al espacio que le rodea. Además unaexcelente manera para estimular el sentido del tacto es a través de los masajes, los cuales permiten expresar amor a nuestros hijos y satisfacer la necesidad de ser tocados y sentir el contacto piel a piel con sus padres.
El masaje consiste en la aplicación rítmica de movimientos con una secuencia y un objetivo específico.

La importancia del contacto piel a piel del bebé con la madre en los primeros meses de vida ha tomado relevancia porque está comprobado científicamente que a través de ellos el bebé será saludable.

Entre los numerosos beneficios de los masajes tanto a nivel fisiológico como psicológico están los siguientes:
1. Ayuda a regular y reforzar las funciones respiratoria, circulatoria y gastrointestinal. A través de la estimulación se pueden controlar las incomodidades producidas por los cólicos, gases y estreñimiento, y las molestias por la salida de los primeros dientes.
2. Ayuda al bebé a relajarse y lo alivia del estrés y los bloqueos que produce encontrarse diariamente con cosas nuevas.
3. Ayuda a intensificar la comunicación afectiva entre el bebé y las personas de su entorno, facilitando la comunicación no verbal.
4. Ayuda a estimular el sistema inmunológico y propicia un mejor desarrollo del sistema nervioso.
5. Ayuda a aumentar la autoestima del bebé.
6. Ayuda a que el bebé tenga un sueño más tranquilo y profundo.
7. Ayuda a aumentar el contacto afectivo del bebé con sus padres a través del toque, la mirada, la piel, la sonrisa, los sonidos, los abrazos, las caricias, el olor y los estímulos.
El masaje transformará al bebé en un niño saludable en todos los aspectos.

¿Cómo dar los masajes?

*Ambiente: agradable, a temperatura cálida.
*Tiempo: de 6 á 10 minutos es lo ideal.
*Uñas: cortas, para evitar dañar al bebé.
*Manos: libres de accesorios, anillos, pulseras, relojes, otros.
*Momento: después del baño, evitando realizarlo cuando el bebé está aburrido, tenga sueño, hambre o le duela algo.

Antes de empezar:

-El bebé debe estar en una superficie cómoda.
-El bebé puede estar con el pañalito puesto.
-Puedes emplear una crema especial o aceites para bebés.
-Coloca música suave a bajo volumen.
-Para calentar tus manos antes de tocar al bebé, debes frotarlas entre sí después de echar el aceite.
Proceso:
Muy suavemente, empieza desde los hombros y termina en las muñecas, realizando movimientos giratorios.
Masajea sus manos y cada uno de sus deditos.
Coge ambas manitos del bebé y júntalas en una línea media frente a ti. Abre y cierra los brazos para mejorar su tono muscular.



Echa a tu bebe boca abajo y hazle masajes giratorios sólo con la yema de tu dedo, desde el cuello, hombros, espalda y que vayan bajando hasta las piernas.
Masajea la planta de sus pies, acariciando cada uno de sus deditos.

Háblale cuando le hagas masajes, a nuestro bebe le gustará escucharte mencionando el nombre de la parte del cuerpo que le estas tocando, esto hace que almacene vocabulario que luego usará.
Siente ese momento como muy especial para ti y tu bebé, pues estás estimulando su desarrollo emocional.
Si al inicio no le gustan los masajes, hazlo rápidamente, pero sé constante, luego le encantarán y podrás ver su cara de alegría y sensación placentera cuando los realices.



domingo, 1 de enero de 2012

El Camino de Ser Padres

Ser Padres… yo creo que es lo más difícil del mundo, la mayor responsabilidad del ser humano… y cuando hablo de ser padres… hablo de ser padres… ser padres es algo muy diferente al simple hecho de tener hijos.
Cuando iniciamos el camino de ser padres, sabemos que nuestra vida va a cambiar para siempre, y sabemos que nos espera un gran camino, que viviremos lleno de buenos momentos, y de otros no tan buenos, aunque sin duda, sabemos que se trata de un viaje maravilloso, un viaje que nos ayudará a crecer y que nos va a permitir vivir experiencias únicas. Todos los que estáis aquí lo sabéis, tener un hijo es la vivencia más maravillosa del mundo.

Y en vuestra opinión, ¿qué es lo más sublime de todo este camino? En la mía el amor incondicional que sentimos por nuestros niños, sean más buenos o sean traviesos, se porten bien o se porten mal, nosotros les queremos igual. De hecho, lo que nos caracteriza como padres es precisamente eso, el amor incondicional que sentimos por nuestros niños, hasta el punto de que seríamos incluso capaces de perder nuestra propia vida por salvar la de ellos, pues el instinto de protección es mucho mayor que el de supervivencia.
  
Cuando comencé a escribir este artículo, iba a titularlo Niños Malos. ¿Vosotros pensáis que los niños malos existen? Los niños malos… me alegro de comunicaros que no existen!
Supongo que os parecerá muy atrevida esta afirmación, pero os aseguro que es del todo cierta. Los seres humanos somos buenos, por naturaleza, y esto es algo que puedo afirmar basándome en la ciencia. Todos nosotros, si nacemos sanos, nacemos buenos. Nacemos altruistas y bondadosos… Nacemos del amor,  y así nos pasamos la vida… vivimos y morimos buscando amor…

¿Se os ocurre cuál puede ser la diferencia más grande entre un bebé y cualquier otra cría de cualquier animal? ¿Os imagináis cuál es?
Y ahora quisiera remontarme al origen de ser padres… camino que iniciamos cuando nace el bebé.

Remontándome al origen de ser padres... cuando nace el bebé, os pregunté si se os ocurría cuál podía ser la diferencia más grande entre un bebé y cualquier otra cría de cualquier animal.

¿Ya os imagináis cuál es?


A diferencia de cualquier otro ser vivo, un bebé es la única criatura que por sí misma no puede vivir. No tiene ninguna posibilidad, ni una entre un millón, de superar las primeras horas de vida si alguien no se ocupa de ella.
El bebé recién nacido es total y absolutamente dependiente. Es el ser vivo más frágil y vulnerable de toda la creación.
En la especie humana, el hecho de nacer representa ya, de por sí una amenaza, un peligro para cualquier recién nacido, nazca donde nazca. Sin embargo, la naturaleza que es tan sabia, que diseñó una relación tan fuerte entre padres e hijos, que ninguna madre ni ningún padre, en su sano juicio es capaz de desprenderse de su hijo.
Este instinto de protección, instinto maternal o cómo queramos llamarlo no es más que AMOR, amor incondicional. Sentimos a los hijos como un trocito de nosotros, lo cual, además, es biológicamente cierto. Por esto, dejar a un niño recién nacido abandonado, sería como automutilarnos.

Todos haríamos cualquier cosa por nuestros hijos, y cuando digo cualquier cosa… es cualquier cosa, pues queremos a nuestros hijos como queremos a nuestra mano, a nuestros ojos… seríamos capaces de todo, hasta el punto de que incluso moriríamos por salvar la vida de nuestro pequeño.

Este amor tan fuerte (o instinto) que une a hijos y padres es el sistema que la naturaleza ideó para asegurar la vida de los recién nacidos, protegiéndoles del abandono de sus padres.

Y si esto no fuese posible o suficiente, ahí está el bebé, con sus manitas, su carita y con todas sus cositas en pequeño, una mini personita llena llena de ternura que llama nuestra atención y despierta nuestro instinto de protección. Por eso si algún bebé es abandonado, y corre la suerte de que alguien lo encuentra, sin duda, y si naturalmente no ha pasado nada grave, estará salvado; pues uno de los sentimientos más fuertes del ser humano es el de protección, y nadie podría resistirse a salvar a una persona desvalida, y mucho menos a un pequeño, pues la ternura que desprende refuerza nuestro instinto de protección, el cual nos cual impide abandonar a un niño a su suerte.

Os he hablado de que un hijo se siente como una prolongación de nosotros, y que en cierto modo, esto es biológicamente cierto. No obstante, me gustaría aclarar que también cuando un hijo es adoptado se le vive como un trocito propio. Pues si el niño es adoptado verdaderamente, se hace con y desde el corazón, en ese caso, mi hijo será vivido como un trocito de mí, exactamente igual y con la misma amorosa actitud que siento por un hijo biológico.


Cuando nos hacemos padres, iniciamos un camino que ya no tiene vuelta atrás, es una gran aventura que, como todas, estará llena de grandes momentos, y en muchas  ocasiones, también llena de incertidumbres, miedos, preocupaciones… y algunos disgustos.

En el camino de ser padres nos encantaría encontrar la varita mágica que nos orientase en esta nada sencilla tarea de acompañar a los peques a crecer. Yo no conozco “varitas”, pero sí he ido descubriendo, a lo largo de mis años de profesión, formación e investigación, que el lenguaje del corazón, como ya os he comentado, y perdón por la insistencia, es el único que conocen los niños, y que, en cambio nosotros, los adultos parece que, a veces, lo olvidamos.


Y, ¿qué pasa cuando dos personas no hablan el mismo idioma? Es obvio… ¡les cuesta entenderse!

Como vemos, ya tenemos un punto de partida para poder entendernos con los niños: hablemos el mismo lenguaje: el amor.

No me cabe duda de que todos queremos que nuestros niños nazcan sanos y felices. Y como en cualquier relación humana, también las relaciones entre padres e hijos son complejas. Entonces, ¿cómo podemos actuar?

Hoy quiero comentaros algo que, sin duda, os parecerá duro, aunque me parece necesario hacerlo para que lleguemos a un “darnos cuenta” de qué está pasando cuando no nos entendemos con ese hijo al que tanto queremos.

Para que podáis entender esto, os voy a comentar lo que pasa en cualquier relación humana. Cuando nos relacionamos con alguien, hay tres factores que nos condicionan inconscientemente, la proyección, la negación y la forma reactiva.

Voy a hablar de las dos primeras en su connotación negativa, pues son la causa de las discrepancias y fallos en las relaciones entre padres e hijos.

  • La proyección es el proceso de atribuir a los demás lo que pertenece a uno mismo, sean cualidades buenas o conflictos de nuestra personalidad, de tal forma que aquello que percibimos en los demás es, en realidad, la proyección de algo que nos pertenece. Puede ser un sentimiento, una carencia, una necesidad o un rasgo de nuestra personalidad. No hay ninguna relación en la que no exista la proyección; y aquí tenemos un buen medio de autoconocimiento, pues los demás funcionan como espejos de cuerpo entero, lo que nos permite ver nuestros rasgos funcionales y disfuncionales.

  • La negación es la no aceptación de una realidad. Salir de la negación y reconocer que hay algo que debe ser cambiado es un proceso duro, y de personas valientes. Sin embargo, esto es necesario, pues sólo para mejorar nuestra vida, es preciso cambiar aquellas cosas que no nos gustan. Podemos negar la realidad externa (algo que está sucediendo en la vida) o la realidad interna (una necesidad, un sentimiento, un deseo o un rasgo de la personalidad).

Ahora podréis estar pensando que soy una loca cuando hablo del cambio, aunque os diré que no! No estoy loca no, pues gracias a la invención del escáner cerebral, hoy sabemos que nuestro cerebro cambia, y que podemos incluso aprender a ser felices.
Esta característica la determina la neuroplasticidad cerebral.





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