La aptitud de los órganos del lenguaje es un requisito importante para una buena articulación del habla. Muchas de sus perturbaciones se deben a que falta esta aptitud, y por tanto no se ha desarrollado bien la motricidad verbal. No es la cantidad de estimulación la que lleva al niño a progresar, sino, sobre todo su calidad.
Existen muchas posibilidades de activar los músculos de la voz jugando, hay que proceder siempre como un juego, sin pretender conseguir algo determinado de forma obligatoria.
Es evidente que el ambiente social en el que el niño/a vive y se relaciona, marcará profundamente su lenguaje futuro. Hay pequeños que a muy corta edad, son capaces de usar expresiones lingüísticas complejas. Eso ha sido posible gracias a esa constante y tenaz estimulación recibida de su entorno, tanto familiar como escolar; (siempre, como no, salvando las diferencias interindividuales. Esto es, que no todos los niños evolucionan de igual manera, todos somos diferentes y por ello, el desarrollo también puede ser diferente entre ellos).
Al niño/a hay que procurarle un espacio para que tenga oportunidad de ir adquiriendo ciertas pautas no solamente motrices, sino también lingüisticas. A los niños hay que hablarles, pero más vale poco y de calidad que mucho y de cualquier manera. Lo que cuenta es la interacción, llegar a crear un clima emocional armonioso para evitar ansiedades, tartamudeos etc.
A partir del año y a veces antes, surgen las primeras palabras con un significado concreto. A partir de las primeras palabras con sentido que suelen ser ma-ma o pa-pa, el pequeño capta que todas las cosas tienen un nombre. Comienza a nombrar lo que ve a su alrededor, primero las personas y pronto las acciones como "dame", "aúpa" o "tic-tac"...
Aunque durante meses siguen prevaleciendo las palabras de dos sílabas, estas ya pueden tener el sentido de una frase. ej. "pan" puede significar quiero pan...
Es fundamental un entorno emocional estable y estimulante para aprender a hablar. Como también deben haber alcanzado un grado de madurez necesaria. Han de tener buen oído, si no oyen, tampoco hablarán. Un bebé que ha emitido gorgoritos cuando tenía pocos meses, pero no balbucea cuando llega a la edad para hacerlo, puede padecer un trastorno del sistema auditivo.
A partir de los 2 años, los pasos son agigantados. Parece una paradoja: ningún niño hablará por sí solo si no oye hablar, sin embargo, no se le puede enseñar a hablar. La única enseñanza consiste en hablar con él, en tener un rico y cariñoso diálogo. La abuelita sin estudios que juega con su nieto/a a las palmas-palmitas o le cuenta un cuento, hace más por su evolución lingüística que un severo profesor, aunque posea una dicción impecable.
Se ha descubierto que en el cerebro las áreas correspondientes al habla y a la motricidad de las manos están situadas muy juntas, por ello, los juegos de manos fomentan el aprendizaje del habla, reforzando la acción por la situación cariñosa: las rimas, risas y el cosquilleo final de estos juegos hacen que el niño aprenda con todos los sentidos.
Pero el motor que pone todo en marcha son las emociones. Al igual que el bebé pequeño sólo balbucea cuando se siente contento, el niño "mayor" sólo aprende a hablar cuando el lenguaje se le presenta como un agradable intercambio entre personas.
Escuchar no basta, la exposición pasiva al lenguaje no basta para que los niños aprendan a hablar. Sentarlos durante varias horas al día delante de la televisión no tendría ningún efecto (solo el que ya habla puede aprender palabras nuevas por este medio). Solo hablando se aprende a hablar.
Entre los 12 y los 18 meses, el niño utiliza unas 10 a 15 palabras sueltas. Después siguen las frases de dos palabras. A partir de los dos años, el proceso es vertiginoso: a diario enriquecen su vocabulario con 14 palabras pasivas (las que entienden pero no utilizan) y con 3 o 4 activas (las que saben emplear). Ya a los 6 años comprenden 20.000 conceptos y usan más de 5.000 palabras.
También resulta curioso observar de qué hablan los pequeños. En el lenguaje infantil, el movimiento tiene una importancia primordial, prevaleciendo las acciones que el niño mismo realiza o piensa hacer (nene pan) o las que quiere que otros realicen por él (mama aúpa).
No todos evolucionan igual. A los 2 años unos hablan como cotorras, mientras que otros apenas dicen unas palabras. También los hay que acumulan un considerable vocabulario pasivo hasta que de repente sueltan todo lo que saben.
1. Es muy recomendable hablarle acerca de lo que él está haciendo,(éste es un recurso que también se utiliza en rehabilitación). Cuando el niño juega podemos decirle "estás jugando con la muñeca", pongamos sus actividades en palabras, pero sin forzar la situación, sin esperar nada a cambio.
2. La situación inversa a la anterior también es muy estimulante. Cuando los adultos estamos realizando actividades cotidianas que el bebé observa, podemos poner en palabras sencillas aquello que hacemos, "mamá está pelando una manzana". Aunque parezca imposible que un bebé nos entienda, poco a poco vamos creando un universo lingüístico para que el niño vaya incorporando esas nociones preconceptuales, escuchando todo lo que contamos, aprenderá a imitar.
3. No copiemos su "lengua de trapo". Tenemos que tener cuidado con imitar su lenguaje, hay que facilitarles el lenguaje pero no como hacen muchos padres, con buena intención, imitando su lenguaje. Si el niño dice "ta dota", no debemos imitarle sino repetir la frase con las palabras correctas... "si, está rota".
Le ayudará mucho si empleamos recursos como hablarle de forma más exagerada, mirándole a la cara, utilizando muchos gestos, empleando estructuras lingüísticas sencillas en lugar de frases largas y complejas. No significa que tengamos que corregirle cuando habla mal, pero tampoco imitarle. El niño sabe que le entendemos y eso es lo importante.
4. Charlar y tocar al mismo tiempo. Es importante saber que el niño va desarrollando el lenguaje, el pensamiento y sus destrezas psicomotrices, todo a la vez y poco a poco; un aspecto interactúa con el otro, no se desarrollan por separado. Si decimos "pie" y al mismo tiempo le tocamos el pie, le resultará más sencillo.
5. Cantemos, contemos y rimemos. La música es muy importante, las canciones que podamos cantarle, las pequeñas rimas, estribillos pegadizos o emisiones vocales marcadas. El aspecto rítmico es importantísimo cuando el niño es pequeño, no importa si cantamos bien, sino el tono y el afecto que ponemos en la voz. Las melodías y el ritmo le encantan y estimulan.
6. Hay que respetar los silencios, con la idea de que el niño tenga un espacio para procesar la información que ha recibido. Los silencios son fundamentales en la educación.
8. Respetar su estado de ánimo. No siempre tiene ganas de hablar ni esta motivado para ello, respetémoslo. Si tenemos dudas, podemos consultar con un profesional.
Posibilidades de juego tendentes a la estimulación motórica del lenguaje:
Para soplar son adecuados:
· Molinetes
· Pompas de jabón
· Serpentinas
· Globos
· Velas
· Pajitas
· Juguetes de agua
· Plumas
· Bolitas de algodón
· Silbatos
Otros ejercicios de lenguaje:
· Tirar besitos
· Chupar
· Gárgaras
· Chasquear la lengua
· Emitir sonidos guturales
· Soplar en un espejo
· Imitar movimientos de labios
· Emitir sonidos labiales y dentales
· Responder a su nombre y aprender a emitirlo
· Obedecer instrucciones sencillas
· Imitar movimientos de lengua y labios
· Reconocer partes del cuerpo en sí mismo y en otros
· Reconocer partes del cuerpo en un dibujo
· Imitar vocalizaciones sencillas y sonidos
· Ejercicios de inspiración por la nariz
· Asociar palabras
· Empezar con figuras geométricas simples
· Empezar a nombrarle los colores básicos asociados a objetos conocidos. ej. tráeme la muñeca roja.
· Nombrar números del 1 al 10
Reme Urán Moreno
Psicóloga Infantil